martes, 31 de julio de 2007

No sé

martes, 17 de julio de 2007


Cuando estaba viendo fotos, leyendo correos, revisando cartas o simplemente rekordando detalles de tiempos pasados... se daba cuenta de lo rápido que había cambiado todo, de lo fugaces que fueron las vivencias que tanta huella dejaron en él...,

Al recordar se sentía viejo...

Pero cuando, tras una buena sucesión de recuerdos tachonados contra la fría luz del monitor, llegó a aquella foto, su corazón sepultado se removió en su tumba.
Aquella foto...., aquella foto encadenaba los recuerdos de la primera vez k su dolor fue tan grande que estuvo a punto de suicidarse.

Aquella cornisa sigue dándome miedo...., procuro no acercarme a ella cuando paseo por casa...

Se cogió el pelo, y comenzó a frotarse la nuca, como solía hacer cuando estaba ofuscado...
Pero esta sensación era algo más....
Sus manos se movieron infinitamente despacio hacia las tijeras que tenía al lado en la mesa del ordenador...

Y recordó

lunes, 2 de julio de 2007

Me preocupa el creciente interés del hombre por los espectáculos deportivos. Bien pronto derivaremos a la vida castrada y aséptica de los estadios, respiraremos bien pronto la atmósfera húmeda y densa de las sucias toallas de los atletas.

El deporte es una actividad humillada y miserable. El deportista nada arriesga, cultiva sus músculos y adiestra sus reflejos para exhibirse ante una multitud enclenque, de ideas usadas y agrias. El público hace del atleta su ídolo, le atribuye virtudes que quisiera poseer y detrás de la opulenta trabazón de músculos, supone atributos heroicos que no existen, aún más, que el atleta niega. Es este un eunuco que la multitud cubre con deseos imposibles y antiguos ya perdidos hace tiempo. De allí que el deporte, como la prostitución y el alcohol, se convierta en una pingÜe industria en manos de mercaderes inescrupulosos. Mercaderes de atletas...

No es una decadencia esta afición presente por el deporte. Es la señal de que ha llegado nuestra hora más miserable, una hora que ha sonado varias veces para el hombre, pero nunca con tan convincente llamada como ahora.

El hombre del estadio, el fanático de los atletas, es capaz de todas las ruindades y miserias. Hace mucho tiempo que ya no es hombre. Ha escogido como fuente de su entusiasmo una ruin turba de pobres eunucos adiestrados. El hombre del estadio engrosó las filas de la GESTAPO - el nazismo fue una doctrina de estadio - , trabaja para la MDV soviética, lanzó la atómica en hiroshima, asoló Europa en nombre de la libertad y, hoy, comercia aterrorizado en la ONU. Cada días se nos impone como doctrina una nueva miseria ideológica, fermentada bajo las plomizas escaleras de los estadios. La participación colectiva y frenética del ser en sistemas que encierran su destrucción sin gloria, su desliemiento en el ambiente tibio de los gimnasios, se extiende peligrosamente como una plaga.