miércoles, 31 de marzo de 2010

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Hay que destruir el mundo.

No de una forma poética ni artística. Hay que patear hasta la saciedad los cimientos de nuestra cultura. Hay que presentarse en la casa blanca con un lanzallamas y quemar todos los documentos. Hay que ir a los museos con un mazo en la mano y destruir todas las obras de arte, demoler bibliotecas… el pasado está muerto y nada se puede aprender de él.

Las mujeres deben olvidar que fueron maltratadas y violadas desde la noche de los tiempos. Así crecieron y así se hicieron, basta, su poder irradia de su dominación. Los humanos somos asexuales, somos andróginos, tenemos tanto de mujer como de hombre, pues ya no somos animales y el sexo es puramente animal y por tanto, divino.

Nosotros somos lo que modestamente elegimos ser entre nuestro compendio personal de neurosis. Podemos elegir nuestra adicción y nuestra forma de alienación. Podemos elegir quien nos humillará y quien nos lavará el cerebro.

Podemos elegir si ser maltratados o maltratadores, pero no hay término medio. Y ambos bandos disfrutan siendo lo que son.

Los artistas deben dejar de engrosar sus egos y pasar al anonimato. Un pintor no pinta cuadros. Los cuadros son pintados. Dejémoslo ahí. Muerte al artista que firme su obra.

Dejemos claro que el mundo humano no es el mismo que el mundo natural. El mundo natural ni siquiera sabemos qué demonios es. Sólo podemos hablar del mundo humano y desde la perspectiva de un humano.

Ya no somos dioses, nos expulsaron del paraíso etc.

El mundo humano es el reflejo de sus neurosis. La neurosis en sí es una invención humana. Por algo los animales nunca enloquecen excepto cuando entran en contacto con nuestro pernicioso mundo inventado.

Mundo inventado y enfermo.

Mundo humano. Mundo donde nadie quiere ser lo que es. Un mundo cinematográfico, de pura ficción. Maquillajes para que las mujeres puedan esconderse y avergonzarse de si mismas en secreto. Aficiones vacías con las que esconderte entre una multitud de machos, véase: futbol, coches, mecánica… Oh, y no nos olvidemos de la televisión, el pozo infinito a ninguna parte donde perder las horas que nos regala el estado del bienestar y la Europa Occidental.

Destruirlo. Romperlo. Quemarlo. Es la única solución que se me ocurre. No podemos seguir viviendo en un mundo inventado. ¿Dónde está la realidad?

El mundo humano nos otorga una ventaja. Podemos inventárnoslo como quiera nuestra esquiva mente. La realidad es aquello que tú decidas que sea. Elija una en nuestro catálogo de neurosis colectivas para toda la familia.

Es por eso que inventé mi mundo. ¿Por qué no? ¿Acaso el mundo que creía real no es mas que una invención pseudocatólica? Estoy en mi derecho. Aparten sus leyes y sus ficciones de mí, en mi mundo las marco yo, no el profundo curso de la historia inexistente y reciclable, ni las luchas obreras ni Lenin.

Mi mundo lo creo yo. Ni siquiera estoy seguro de que exista todo eso que hay más allá de mi piel. Ni siquiera sé lo que es la piel ni si estoy cubierto por ella. Ni mucho menos lo que hay debajo. Urgh. En mi mundo es altamente moral tener relaciones indecorosas en los sitios decorosos. Véase: Iglesias, Templos, Sinagogas.

En mi mundo matar humanos no tiene por qué ser necesariamente malo, especialmente si no los conozco de nada. Y mejor si no hablan mi idioma. ¿No hay muchos ya?

¿No somos una voraz plaga que devora el planeta y sus recursos como un cáncer?

Que alguien me diga lo contrario.

Derechos humanos. ¿Quién se cree eso?

La naturaleza nos enseña muchas cosas. Entre ellas, que tú eres más importante que nadie y que nada, al menos hasta que se te acaba el turno y el portero con la guadaña te echa fuera de una patada.

Se acabó, ya bailaste lo suficiente, deja hueco para los demás.

Que le digan eso al humano, obsesionado con la inmortalidad.

Lucharás hasta tu último aliento por la vida, pero cuando la pierdas di: GRACIAS.

Entonces quizá en tu último segundo de tu vida logres volver a ser un dios.

Inventa tu mundo para destruir el mundo que languidece bajo las fauces del monstruo colectivo.

Tú eres dios, a pesar de todo.

Inventar es destruir.

Quémalo. Rómpelo. Machácalo.

A golpes de imaginación.